Matrushkas infinitas

Es mucho más divertido romper la piñata que comerse los dulces. Y seguramente, también es más sano.

En otra vida, a los niños les daríamos una piñata que al romperla solo encontrarían: otra piñata. Y así sucesivamente hasta que se dieran cuenta que las grandes alegrías de la vida se encuentran más en el proceso que en el resultado.