Tentaciones

Cuando finalmente me dispongo a escribir algo, tengo que sujetar la mano contra el papel (figurativamente, claro, estoy escribiendo en un teclado) como si quisiera ponerle una camisa de fuerza (figurativa, también), porque siempre intenta escaparse a ver que hay de nuevo en el refri (nada), o a ajustar la temperatura del calentador (ya estaba bien), o a colgar la camisa que dejé tirada en el piso (siempre la dejo), o a servirme otro Bloody Mary (tres ya son muchos).

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