¡Ai, cómo duele!

El día en que la Inteligencia Artificial logre escribir textos breves y precisos; el día en que pueda publicarlos cada domingo y, sobre todo, el día en que sea capaz de admitir que, después de siete años de hacerlo, solo su mamá los sigue leyendo; entonces, ese día, ese día, me daré por vencido.

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