El tiempo no avisa
El otro día escuchaba a unos señores hablar en el sauna del gimnasio sobre todo lo que le había pasado a Barcelona, como si fuera un fenómeno aislado que azotó solo a su ciudad y la transformó por completo; aquella bodega que ya no está, el restaurante ese que cerró, el gimnasio que cambió de dueños…
—Señores, señores, lo que ha pasado aquí ha sido el tiempo —estuve a punto de decirles, pero me contuve y salí con un amable adeu, bona tarda.